La bailarina de Auschwiz

Edith Eger tenía dieciséis años cuando ella y su familia son trasladados a Auschwitz tras la invasión de los Nazis a Hungría.

Al pisar el campo de concentración, sus padres son enviados a la cámara de gas y ella permanece junto a su hermana, pendiente de una muerte segura. Pero bailar El Danubio Azul para Mengele salva su vida, y a partir de entonces, empieza una nueva lucha por la supervivencia. Primero en los campos de exterminio, luego en la Checoslovaquia tomada por los comunistas y, finalmente, en Estados Unidos, donde se convierte en discípula de Viktor Frankl. 

La bailarina de Auschwitz es una historia de valentía, que nos deja un mensaje muy claro: tenemos la capacidad de escapar de las prisiones que construimos en nuestras mentes y podemos elegir ser libres, sean cuales sean las circunstancias de nuestra vida.

Como ya he comentado en otras reseñas, me gusta mucho leer historias de sobrevivientes al Holocausto. No, no porque sea una persona masoquista, más bien me considero optimista. Me encanta saber que aún en los peores tiempos de la humanidad, existe bondad y que tenemos la fortuna de contar con personas como Edith y Viktor Frankl, que tuvieron la valentía de compartir su historia y de salir adelante. De encontrar luz en medio de tanta oscuridad.

La narración de Edith es sorprendente, me pareció un milagro que ella y su hermana Magda sobrevivieran. Aunque supongo que requirieron demasiado coraje para permanecer unidas. No tengo palabras para describir lo que me hizo sentir el leer los horrores que vivieron durante esos años.

Es verdad que, psicológicamente hablando, no ayuda ignorar sucesos que han marcado nuestra vida. Hacer como que nunca pasaron. Por muchos años, Edith intentó llevar una vida normal en Estados Unidos, en donde no tuviera la necesidad de contar lo que había vivido en los campos de concentración. Pero sus esfuerzos por ocultar su historia fueron en vano. Porque los fantasmas del pasado nunca dejaron de perseguirla.

Este libro me llegó en el momento adecuado, como siempre digo, los libros no llegan a ti por casualidad; llegó para decirme que debía hacer las paces con un pasado que sólo había venido evadiendo. Debía darle luz a toda esa oscuridad que yacía muy dentro de mí y que me generaba una culpa impresionante. Verdaderamente este libro fue un abrazo para mi yo de hace tres años y agradezco la hermosa lección que me dejó. 

Somos nosotros mismos quienes construimos nuestras propias cárceles mentales. Somos prisioneros de nuestras emociones reprimidas. De nuestras culpas y arrepentimientos. Recomiendo mucho leer esta historia, sobre todo si se está viviendo un duelo, sea cual sea, creo que este libro podría ser útil para ver ese proceso de otra manera. De igual forma, suscribo la importancia de la terapia psicológica. 

«La decisión de aceptarme como soy: humana, imperfecta. La decisión de ser responsable de mi propia felicidad. De perdonarme mis defectos y reivindicar mi inocencia. De dejar de preguntarme por qué merecí sobrevivir (...) No puedo cambiar el pasado, pero puedo salvar una vida: la mía. La que estoy viviendo ahora, en este preciso momento».

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