Sin capacidad para cualquier otra actividad intelectual, Mirko Czentovicz se reveló desde niño, como un genio del ajedrez, del que ha llegado a ser campeón del mundo. Pero, en un viaje en barco de Nueva York a Buenos Aires, se le presenta un enigmático contrincante: el señor B., noble vienés que huye de los nazis.
Uno de los pasajeros del vapor se acerca a los dos personajes acompañando al lector a la confrontación entre los dos jugadores. Esta novela nos presenta el choque de dos naturalezas antagónicas y nos muestra también, en buena medida, la capacidad de resistencia del ser humano sometido a una presión extraordinaria. Todo ello con unas grandes dosis de intriga y maestría
La historia se va narrando entre el presente y el pasado del protagonista para conocer su relación con el ajedrez. El autor nos traslada al pasado del misterioso jugador y cómo es que aprendió a jugar con gran habilidad; ya que este personaje pasa por un aislamiento total y es torturado por la Gestapo de Alemania llegando a situaciones límite. Considero que lo más interesante de la historia, es como Zweig logra retratar la vida turbulenta de personajes en los comienzos del nazismo.
Novela de ajedrez es un libro corto que se puede leer rápidamente, la historia engancha desde el principio y es inevitable no pensar en lo difícil que fue para muchos haber tenido que vivir situaciones similares. Me ha dejado con ganas de conocer más títulos del autor.
Un dato curioso de este libro, es que fue la última novela que escribió Zweig antes de suicidarse. El suicidio del escritor austriaco fue el fruto de un proceso de desarraigo que se inició con su huida de Austria en 1934, ante la inminente invasión Nazi, y se perpetuó con una existencia errante que le llevó a Londres, Bath y Nueva York. Su obra fue publicada posterior a dicho suceso.
Sé que la historia es distinta, pero me fue imposible no pensar en Beth Harmon, protagonista en la serie de Netflix The Queen's Gambit. Fue una serie que me gustó muchísimo y sin duda, me gustaría leer la novela en algún momento.
«Pero incluso los pensamientos, por muy etéreos que parezcan, requieren un punto de apoyo, pues de lo contrario giran y giran en torno a sí mismos, en un torbellino sin sentido; tampoco ellos soportan la nada».
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