Empecé a ir a terapia en Julio del 2018, cuando pasaba por un momento muy difícil con el que era mi novio, que también era mi compañero de trabajo. Pésima combinación porque como alguien me dijo alguna vez: no se come a donde se va al baño. No entraré en detalles de esa relación. Lo único que puedo decir es que me cambió la vida.
En mi primera sesión la terapeuta me preguntó por qué había decidido empezar a tomar terapia, yo le comenté los problemas que tenía en mi relación y en otros aspectos de mi vida, pero que era muy probable que tuviera algún problema hormonal y a eso le atribuía mi inestabilidad emocional. Ahí estaba la primera razón por la que necesitaba ir a terapia: me negaba a confrontar.
Conforme fueron avanzando las sesiones empecé a desenterrar cosas que me ayudaron a conocerme mejor, tuve oportunidad de analizar por qué tomaba ciertas decisiones, por qué tenía algunos miedos, entre otras cosas. A veces salía sonriendo, como si me hubiera quitado un peso de encima en esos 50 minutos y otras veces, sentía un agujero en el pecho porque era muy difícil lo que acababa de hablar.
Me llegaron a decir más de una vez, más de una persona, que ir a terapia no me estaba ayudando, que debía buscar otra terapeuta porque técnicamente, seguía tomando malas decisiones y seguía saliendo con personas que no me hacían bien. Probablemente la terapeuta que elegí no fue la indicada para avanzar como me hubiera gustado. Pero hoy le agradezco y sobre todo, me agradezco a mí misma el haber tenido la valentía de ver mis heridas más profundas y por mi libre albedrío, haber tomado la decisión de sanarlas.
En el libro Maybe You Should Talk to Someone, Lori Gottlieb, psicoterapeuta y periodista estadounidense, nos narra su perspectiva como terapeuta y como paciente. "La mayoría de las grandes transformaciones vienen de los cientos de pequeños, casi imperceptibles, pasos que vamos tomando en el camino." Concuerdo completamente con la autora, cada individuo tiene su proceso y no podemos juzgarlo por lo mucho o poco que avanza.
Sentarte con tus demonios, hablar de ellos y ver por qué te atormentan no es una situación placentera. Tener que enfrentarlos es como sentir una opresión en pecho, un nudo en la garganta, una sensación de vacío que parece no tener fin. El cambio viene cuando los ves, los reconoces y los aceptas. Citando nuevamente a Lori: "Sentir tu tristeza o tu ansiedad puede darte información esencial acerca de ti y de tu mundo."
Algunas veces pensaba: ¿Por qué me tocó enamorarme de x persona que quiere casarse y tener hijos cuando es lo último que estoy buscando en este momento? Hoy me contesto a mí misma que no me tocó... ¡Yo lo escogí! nadie me lo impuso, nadie me amarró a él. Todas las relaciones tanto amorosas como de amistad las escogemos, consciente o inconscientemente; algunas vienen a enseñarnos cosas de manera amorosa y otras vienen a enseñarnos a la mala a sanar aquello de lo que nunca hablamos, nos ayudan a poner límites y a amarnos a nosotros mismos. Escogemos las situaciones que vivimos de acuerdo a nuestro nivel de consciencia.
En otras palabras, las cosas no simplemente suceden... No. Las elegimos una y otra vez hasta que aprendemos a ver aquello que no somos capaces de ver sin introspección. Así que si no has aprendido a ver tus patrones, seguramente seguirás repitiendo las mismas experiencias.
Ir a terapia es aprender a ser más congruente contigo mismo(a). A ser fiel a lo que consideras que es lo mejor para ti, independientemente de si los demás lo entienden. Aprender a tomar el control de tu vida y a hacerte responsable de ti, de tus decisiones y sobre todo, aprender a abrazar tu catarsis.
Algo que me ha quedado muy claro es que tomar terapia no te asegura que jamás volverás a cometer errores, o que te volverás una persona más zen (JAJA, bueno fuera) simplemente te verás a ti desde otra perspectiva y entenderás el por qué de tus acciones y decisiones más fácilmente. Porque errar es de humanos, eww rwaar, de dinosaurios.
Po último, quiero expresarles que con el tiempo he aprendido a no esconder mis emociones. Ahora veo que esas relaciones conflictivas, de amor-odio y sabotaje que tenía con mis parejas, también las tenía conmigo misma. Por lo que intento ser menos dura con mi yo pasado y presente y cada vez que me encuentro ansiosa por el futuro, me repito a mí misma: Un día a la vez.
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