Kim Ji-young (que lleva el nombre más común entre las mujeres coreanas nacidas en 1982) es aparentemente una mujer como cualquier otra, con una juventud sin pena ni gloria, siempre a la sombra. Cuando Kim empieza a hablar con las voces de su madre, de una amiga desaparecida y de otras muchas mujeres, muestra la impotencia con la que viven las mujeres todos los días en las distintas áreas de su vida.
Kim Ji-young, nacida en 1982 ha sido una embestida para el panorama literario de todos los países en los que se ha publicado. Esta novela ha pasado de ser la breve historia de una joven coreana a convertirse en un terremoto que ha sacudido a las mujeres alrededor del mundo.
Este libro me costó demasiado, emocionalmente hablando. Tiene una narrativa bastante sencilla, pero no bastó más para que tocara fibras sensibles. La protagonista lleva, aparentemente, una vida normal, pero la realidad es que se encuentra sometida a constante discriminación en su familia, en la escuela y en el trabajo. Algo que me pegó mucho, fue que cuando le decían algo con lo que estaba en desacuerdo, ella prefería callarse y guardárselo para sí misma. No me alcanza la vida para contar las veces que yo he tenido que hacer eso. Callarme para evitar confrontaciones.
Desde hace unos años, Marzo es un mes difícil para mí, ya que con el tiempo he aprendido a identificar los micromachismos con los que crecí, me he puesto a pensar en todas las veces que sufrí acoso en las calles, en la escuela y en el trabajo. Cabe mencionar que gracias a las redes sociales, las mujeres ya empezamos a alzar la voz. A hacer ruido. MUCHO RUIDO. Esto, entre otras cosas, me pega, pero a la vez me alegra que esté saliendo a la luz, que se visibilice y sobre todo, que ya empiece a incomodar a aquellos que por años nos han limitado.
Considero que el movimiento #MeToo ha sido una gran apertura para que las mujeres podamos expresarnos y denunciar lo que hemos callado por años.
Quisiera recomendar este libro no sólo a mujeres, ya que hoy en día pienso que los hombres deben ser conscientes de todo esto para empezar a erradicar las creencias machistas con las que hemos crecido y construir algo nuevo. Criar de manera diferente a niños y niñas. En todos nosotros está el cambio.
«Ni siquiera yo sé si me casaré o si tendré hijos. O puede que me muera antes. ¿Por qué tengo que renunciar a lo que quiero ser o hacer por un futuro que no sé si llegará o no?»